martes, 19 de marzo de 2024
sábado, 9 de marzo de 2024
Invoquemos a la Virgen, que nos acompaña en el camino de la Cuaresma
Santa Madre del Señor,
enséñanos a nosotros,
grandes y pequeños,
dominadores y servidores,
a vivir nuestra responsabilidad.
Ayúdanos a encontrar la fuerza
para la reconciliación y el perdón.
Ayúdanos a ser pacientes y humildes,
pero también libres y valientes,
como lo fuiste tú en la hora de la Cruz.
Tú llevas en brazos a Jesús,
el Niño que bendice,
el Niño que es el Señor del mundo.
De este modo,
llevando a Aquel que bendice,
te has convertido tú misma en una bendición.
Bendícenos; bendice nuestra ciudad y nuestro país.
Muéstranos a Jesús,
el fruto bendito de tu vientre.
Ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
viernes, 8 de marzo de 2024
HIMNO
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer;
cómo después de acordado
da dolor;
cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que, cuando morimos,
descansamos.
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél,
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos.
Y aun aquel Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nacer acá entre nos
y a vivir en este suelo
do murió.
Jorge Manrique
Coplas por la muerte de su padre
miércoles, 6 de marzo de 2024
Comentario al Evangelio de san Mateo, 18, 21-35
La paz que precisa el mundo necesita que "creamos" que el perdón puede realizarse. Muchas sociedades están embarradas en la violencia sistemática y desesperada, pues dejaron de creer en que puedan existir de otra manera. Rebajan el perdón a cálculos de intereses oportunistas ... Sin embargo, el Evangelio advierte que la fe es tránsito para la reconciliación.
Recordemos que es en el marco de una "oración" donde Jesús solicita que perdonemos "a quienes nos ofenden".
Recordemos también que es con ocasión de la "profesión de fe" de la Eucaristía dominical cuando proclamamos un rotundo "creo en el perdón de los pecados". En el corazón del perdón subyace la fe; porque no hay fuente mayor para imaginarlo y concretarlo.
Fuente: Evangelio Diario en la Compañía de Jesús 2024
lunes, 4 de marzo de 2024
CURSO DE LITURGIA
21. FUNCIONES DEL ACÓLITO (II)
Los
celebrantes pueden ayudar a repartir la comunión, portando las bandejas. Los
acólitos comulgan antes, si van a hacerlo. Acaba la comunión, presentan las
bandejas para ser purificadas, sirven el agua para limpiar el cáliz y lo retiran
junto con los corporales y la patena. Antes de la bendición se levantan los
ciriales y así permanecerán hasta que, acabada la Misa, se inicie la procesión
de salida de manera similar a la de entrada. Es importante señalar que los
acólitos que sirven al Presidente lo hacen siempre de frente, procurando no
darle nunca la espalda.
Es
muy importante señalar, en todos los momentos, que los acólitos no deben
establecer una barrera entre el presbiterio y el pueblo, de manera que impidan
la visión y la correcta participación de los fieles en la Eucaristía, debiendo
situarse siempre en lugares discretos y que no entorpezcan. De igual forma
deben mantener siempre una compostura seria, acorde con la importancia de la
función que están realizando. Debe existir siempre un lugar para dejar los
ciriales con el fin de que no los sostengan durante toda la Misa y los porten sólo
en los momentos indicados. El lugar adecuado de los acólitos cuando no cumplen
ninguna función concreta, es delante de sus asientos, sentados o en pie, según
el momento lo requiera.
Terminamos
recordando los momentos en los que el Misal Romano autoriza el uso del incienso
durante la Misa:
v En la procesión de entrada.
v Al comienzo de la Misa para incensar el altar, la Cruz y la imagen solemnemente expuesta.
v En la procesión y proclamación del Evangelio.
v Durante el ofertorio, para incensar las ofrendas, el altar, al sacerdote y a la asamblea.
v Tras la consagración, al mostrar elevando el sacerdote el Cáliz y la Sagrada Forma.
El
que inciensa sostiene con la mano izquierda las cadenas por su parte superior a
la altura del pecho y con la derecha por la parte inferior, cerca del
incensario, y lo sostiene de manera cómoda de manera que pueda moverlo con
soltura. De igual forma recordamos que los ciriales deben mantenerse en alto
durante la lectura del Evangelio, durante la Plegaria eucarística y en la
bendición final.
Los
golpes del incensario siempre serán dobles, pudiendo hacerse dos o tres veces; dos
para incensar las imágenes de la Virgen o santos, o tres al Santísimo, al
sacerdote y al pueblo.
El
esquema de actuación del acólito turiferario en la celebración eucarística es
el siguiente:
v Antes
de la procesión de entrada.
v Al
llegar al Altar se le ofrece al sacerdote para que éste inciense al Altar.
v Antes
del Evangelio, se le ofrece al sacerdote para que inciense el Evangeliario (se
le acercará durante el Aleluya).
v Tras
la preparación de los dones, se le ofrece al sacerdote para que inciense los
dones y el Altar. Posteriormente, el turiferario inciensa al sacerdote,
concelebrantes si los hay y, posteriormente, al pueblo, en todos los casos con
dos golpes triples (al pueblo primero al frente, luego a derecha e izquierda).
v Después
del Sanctus el turiferario se coloca de rodillas ante el Altar e inciensa con
dos golpes triples tanto al Pan como al Vino consagrado. Acabada la incensación
puede volver a su sitio.
El turiferario nunca pone el incienso en el incensario. Siempre lo pone el Sacerdote, (al que se le ofrece la naveta), que debe bendecirlo. El turiferario hace una reverencia profunda antes y después de incensar al sacerdote y al pueblo.
Fuente:
(Cf) Curso de Liturgia. (Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
domingo, 3 de marzo de 2024
Domingo III de Cuaresma
La admiración es la actitud FUNDAMENTAL
EN LA búsqueda de Dios y de la verdad.
Y RECORDEMOS QUE, Lo que sorprende, sorprende una vez, pero lo que es admirable lo es más cuanto más se admira.
(Joseph Joubert)
Fuente (1): https://contemplativos.com/molinie/la-admiracion/ (18.2.2024)
Fuente (2): (Cf) Evangelio Diario en la Compañía de
Jesús 2024
viernes, 1 de marzo de 2024
Sólo quien da gracias por las pequeñas cosas recibe también las
grandes. Impedimos a Dios concedernos los grandes dones espirituales que tiene
reservados para nosotros porque no damos gracias por los dones cotidianos.
Dietrich Bonhoeffer
Fuente: Evangelio Diario en la Compañía de Jesús,
2024
jueves, 29 de febrero de 2024
martes, 27 de febrero de 2024
lunes, 26 de febrero de 2024
CURSO DE LITURGIA
Antes
de ponerse en marcha la procesión de entrada hacia el altar para comenzar la
Eucaristía, el turiferario ofrece al presidente el incensario para que imponga
el incienso (lógicamente, el turiferario es la persona encargada de llevar el
incensario).
Acto
seguido comienza la procesión de entrada por este orden: turiferario, cruz
alzada con dos portadores de ciriales a ambos lados, siguen los demás ministros
y el diácono (si lo hay), que porta el Evangeliario en alto. Si no hay diácono
puede portarlo un acólito o un lector instituido; siguen los concelebrantes,
siempre de dos en dos, y el presidente solo. Cierra la procesión el maestro de
ceremonias y los ministros del libro, mitra y báculo (si preside el obispo).
Los concelebrantes y ministros, cuando van caminando en procesión o están de
pie, deben tener ante el pecho las palmas extendidas y juntas, el pulgar de la
mano derecha sobre el pulgar de la izquierda formando una cruz.
Al
llegar al altar el turiferario se coloca a la izquierda y entrega al presidente
el incensario para la incensación del altar, la Cruz y la imagen solemnemente
expuesta. Los ciriales se colocan en un sitio dispuesto para ello. Como norma
general se debe considerar que los acólitos que lleven algo en las manos no
hacen reverencia ni genuflexión al llegar al altar. El Evangeliario se coloca
sobre el altar, cerrado. Cuando los acólitos están en el presbiterio han de
cuidar de no tener sus asientos en el mismo rango que los diáconos y los
presbíteros, no siendo correcto que se coloquen directamente al lado del
celebrante, salvo que estén sirviendo el libro. Permanecen en su sitio hasta el
Evangelio, al que sólo acude en procesión el turiferario, que ofrecerá el
incensario al diácono o concelebrante tras las palabras “Lectura del santo
Evangelio según …” para que inciense al Evangeliario y también se colocan a
ambos lados del ambón con los ciriales en alto, permaneciendo así hasta el
final del mismo.
El
acolito siempre debe esperar a que el presidente bendiga el incienso recién
añadido antes de retirarse. Mientras se proclaman las lecturas, todos deben
mirar hacia el ambón, nunca al pueblo. El turiferario puede presentar el
incensario al Presidente para que añada incienso mientras se entona el Aleluya.
El acólito nunca debe hacer esperar a los celebrantes y siempre es preferible
que esté esperando el acólito a que haga esperar a los celebrantes. Terminado
de proclamar el Evangelio todos vuelven a su lugar dejando al sacerdote solo
para la homilía. La manera más correcta de tener las manos durante los momentos
en que se está sentado, es colocadas sobre las rodillas, tanto los acólitos como
los ministros, incluido el obispo, salvo que lleve el báculo.
En
la preparación del altar uno de los acólitos lleva el cáliz y la patena con las
formas y los corporales que extiende sobre el altar. Otro lleva las vinajeras,
presentando primero la del vino con la mano derecha y retirándola con la
izquierda, procurando ofrecer el asa al sacerdote. Igual hace con la del agua.
Estas tareas también las pueden hacer otras personas que expresamente queden
encargadas de ayudar a preparar la mesa.
En el Ofertorio, para la incensación de las ofrendas se procede como se dijo anteriormente en lo referente a añadir incienso. En este momento de la Misa se inciensa por parte del Presidente las ofrendas, el altar, la Cruz y, finalmente, el acólito inciensa al Presidente y al pueblo. Se debe hacer una inclinación profunda de cabeza antes y después de incensar, ya sea a personas o imágenes.
Al llegar al Sanctus, los portadores de los ciriales se dirigen en
procesión al pie del presbiterio. Allí permanecen con los ciriales en alto
hasta que termine la Plegaria eucarística con el Amén conclusivo de la
doxología final para marchar de nuevo a sus puestos. El turiferario se sitúa de
rodillas ante el altar para incensar, con tres golpes dobles, el Pan y el Vino
consagrados en el momento de mostrarlo el Presidente a la Asamblea.
Fuente: (Cf) Curso de Liturgia. (Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
domingo, 25 de febrero de 2024
El Cristo anunciado por la Ley y los profetas, único Salvador del género humano.
Meditación de San Jerónimo sobre el Evangelio de hoy, Mc 9, 2-10
Y Pedro respondió a
Jesús: Rabbí, está bien que nos quedemos aquí. Cuando leo las Escrituras y comprendo espiritualmente
alguna enseñanza sublime, yo tampoco quiero bajar de allí, no quiero bajar a
las realidades más humildes: deseo hacer una tienda en mi corazón para Cristo,
la Ley y los profetas. Pero Jesús, que vino a salvar lo que estaba perdido, que
no vino a salvar a los santos sino a los que se portan mal, sabe que, si se
queda en la montaña, sino vuelve a descender sobre la tierra, el género humano
no será salvado.
Al momento miraron alrededor
y no vieron a nadie. Cuando leo el Evangelio y veo testimonios de la Ley y de
los profetas, solamente considero a Cristo: contemplo a Moisés y a los
profetas, pero sólo para comprender que hablaban de Cristo. Cuando al fin llego
al esplendor de Cristo y percibo de alguna manera la luz resplandeciente del
sol brillante, no puedo ver ya la luz de una linterna. ¿Si se enciende una
linterna en pleno día, puede alumbrar? Si el sol brilla, la luz de una linterna
se hace invisible: de este modo, si comparamos la Ley y los profetas ante la
presencia de Cristo, aquellos se vuelven totalmente invisibles.
SAN JERÓNIMO
sábado, 24 de febrero de 2024
EL MILAGRO DE HIROSHIMA
Hoy celebramos la memoria de los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de la Bienaventurada Virgen María, "Servitas", reconocida por la Santa Sede en 1304.
El “Día de Yahveh” o “Juicio de las naciones”, como se denomina a la segunda venida de Cristo a la tierra en las Sagradas Escrituras, recordará el devastador hecho registrado en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial. La Iglesia evoca desde entonces, un episodio documentado por historiadores y médicos, conocido desde entonces como “el milagro de Hiroshima”.
Sucedió el 6 de agosto de 1945, durante la fiesta de la Transfiguración de Jesús, cuando cuatro sacerdotes jesuitas alemanes sobrevivieron milagrosamente al demoledor impacto de la bomba lanzada sobre Hiroshima.
Los jesuitas Hugo Lassalle, superior de la orden en Japón, Hubert Schiffer, Wilhelm Kleinsorge y Hubert Cieslik se encontraban en el momento de la explosión en el interior de la casa parroquial de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cuya construcción se mantuvo en pie. Uno de los sacerdotes celebraba la Eucaristía en aquel preciso instante. El padre Cieslik anotó en su “Diario” que sólo sufrieron heridas leves como consecuencia de la rotura de algunos cristales, pero ninguno de ellos por causa de la energía atómica liberada por la bomba.
Los médicos que los atendieron poco después les advirtieron, como es natural, que la exposición a la radiación les causaría lesiones graves de por vida, e incluso la muerte prematura. Pero el pronóstico jamás se cumplió. Ninguno de los cuatro jesuitas desarrolló trastorno alguno. De hecho, más de treinta años después de la escabechina, en la que perdieron la vida aquel día alrededor de 70.000 personas en Hiroshima, además de las miles de víctimas afectadas posteriormente por la radiación, cifradas en unas 200.000 hasta 1950, el padre Schiffer acudió al Congreso Eucarístico de Filadelfia (Estados Unidos) y confirmó que los cuatro jesuitas estaban aún vivos y sin ninguna dolencia.
Examinados por decenas de médicos distintos en más de doscientas ocasiones a lo largo de los años, no se encontró en sus organismos rastro alguno de la radiación. Los cuatro religiosos nunca dudaron de que habían gozado de la protección divina y de la intercesión de la Virgen: “Vivíamos el mensaje de Fátima y rezábamos juntos el Rosario todos los días”, explicaron. Y es que los milagros, por el mero hecho de serlo, jamás pueden contemplarse a la exclusiva luz de la ciencia.
Fuente: https://www.larazon.es/cultura/historia/20221127/tve2aikqfnbmzpco53csbkzqea.html (4.2.2024)
viernes, 23 de febrero de 2024
jueves, 22 de febrero de 2024
miércoles, 21 de febrero de 2024
Vídeo Campaña de Manos Unidas
El Reino de Dios
El Señor compara el Reino de Dios con una siembra al azar; no se detiene en la eficacia, no examina el terreno para ver cuál es el más productivo. El sembrador siembra a voleo y la simiente cae en todas partes. Incluso llega hasta los que están en el borde del camino; nadie está al margen para acoger la Palabra y que actúe en su vida. Podemos ver cómo el Señor derrama en todos Su gracia con mucha generosidad. Dios siembra en todos, da cada hombre las ayudas necesarias para su salvación. Él mismo es quien esparce la semilla en las almas y quien da a su tiempo el crecimiento.
Papa
Benedicto XVI
Fuente. Evangelio Diario en la Compañía de Jesús,
2024